martes, 16 de octubre de 2012

¿Educando?


Hace unos días recibí en mi correo la carta de despedida de un chico de 32 años,que había decidido terminar con su vida. 

Pedía expresamente la difusión de lo que eran sus motivos de aquella decisión  y desde este espacio me permito y necesito hacerlo. Porque no dejo de pensar en ello desde entonces, porque me llena de tristeza y de rabia a la vez, y porque como él confío en que desde la comunicación se puede cambiar el mundo (el mundo que a él le robaron y que no fue capaz de recuperar en sus alrededor de 18 años de lucha).

La leo y la releo y se me ponen los pelos de punta, un nudo en la garganta y se me llenan los ojos de lágrimas y es que esta historia no me es ajena, porque la he vivido de cerca, porque como él estudié en uno de esos colegios que se llaman "brillantes",  y que en mi experiencia abandonan la dignidad que como ser humano merecemos al respeto de nuestra libertad. Y olvidan también la obligación que padres y educadores contraen con niños y adolescentes  en el momento que deciden serlo. 
Tengo la suerte de recordar esa experiencia con alegría y alivio porque encontré en mi familia y entorno el contrapunto que me hizo relativizar todo aquello y haberlo significado a la postre como un aprendizaje vital que me ha hecho reafirmarme y posicionarme en aquello que soy, y en lo que no soy.

 Me duele el alma al recordar las palabras de Víctor porque conozco esa trágica realidad y reconozco la sinceridad y la tragedia de su experiencia encarnada. Como él conozco vidas truncadas, algunas reconocidas, otras para mí aparentemente "normalizadas" bajo el yugo de la culpabilidad, y otras para mí "falsamente" envueltas de la alegría impuesta  y de la falsa seguridad que asegura la libertad aniquilada.

Releyendo Summerhill descubro esta frase..."La función del niño es vivir su propia vida, no la que sus impacientes padres desean para él, ni la que esté de acuerdo con el propósito del educador que cree saber lo que más le conviene. Todas estas interferencias  y guías por parte de los adultos sólo producen una generación de autómatas....y convertirlos en adultos abúlicos...cosa buena para una sociedad que necesita individuos dócilmente sentados , hombrecillos amedrentados, conformistas mortalmente asustados..." (Summerhill)

Y me pregunto qué se esconde detrás de esa coacción temprana sino la inseguridad de lo que se proclama, temiendo así que si se le deja  madurar muy probablemente rechace esas ideas contrarias a la misma naturaleza humana, y se libere por fin de un sin fin de yugos y culpabilidades que imposibilitan una relación plena con un otro. Y es que, sin duda, hay más garantías de éxito en la manipulación del ser humano a mayor vulnerabilidad del mismo, y esto lo saben bien quienes se dedican a ello.


Creo  un educación que permita elegir. Y más aun, en aquella que hace sentir con la  libertad de elegir.  Y estoy convencida que es la única educación que hace al ser humano  feliz. La educación que adoctrina (en cualquiera de sus variantes), que manipula y coacciona para conseguir un objetivo (de quien coarta la libertad del menor) es una forma de agresión, de maltrato, de violencia a una vida que no pertenece a nadie más que a la vida misma.

Esta es la carta de Víctor

Cierro esta entrada cargada de tristeza y pena con la esperanza que recogen las siguientes lineas del magnífico poeta Jalil Gibran:

 Algunos derechos reservados por Ian Sane
Vuestros niños  no son vuestros niños.
Son  los hijos e hijas del propio anhelo de la vida.
vienen a través de vosotros pero no provienen de vosotros
y aunque están con vosotros no os pertenecen.

Podéis darles vuestro amor pero no vuestros pensamientos,
puesto que tienen sus propios pensamientos.

Podéis alojar sus cuerpos más no sus almas,

Puesto que sus almas moran en la casa del mañana, que vosotros no podéis visitar , ni en vuestros sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentéis hacerlos como vosotros,
puesto que la vida no mira ni espera el ayer.
Sois los arcos de los que vuestros niños parten como flechas vivientes.
Abandonaos en manos del arquero: será para bien.

Un abrazo, Víctor





2 comentarios:

  1. Puede resultar muy complicado desprenderse del NO-YO, masticar a poquito a poco los introyectos, para ir tirando a la basura todo aquello que elijo libremente que "NO SOY".
    Y siento una profunda sensación de ahogo al leer la carta de Víctor, que significo como ahogo por el peso de los mensajes introyectados que en la base transmiten la idea de que sin ellos lo que viene es el caos familiar y social y la condena eterna. ¡qué callejón sin salida! Ni con ellos, ni sin ellos...
    y qué diferencia al leer el poema de Kalil Gibram... que ligereza y serenidad experimento...

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  2. Gracias por leernos, y por compartir aquello que sientes. Qué interesante ese camino de reconstrucción del YO del que hablas, que nos conforma en nuestra identidad, nos diferencia y nos separa de ese magma, en ocasiones familiar, en ocasiones religioso, social... y nos permite desprendernos de aquello que no somos y no nos hace felices, por tanto. Un camino que requiere de mucha paciencia y aceptación, y que nos devuelve esa libertad que nos debemos a nosotros mismos.

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